Esta vez le pasó a Gizah. Pequeño gran peligro muy frecuente en los meses más calurosos. Pueden pasar desapercibidas a simple vista porque suelen ser pequeñas y el pelo las puede ocultar. En algunos casos puede ser necesaria intervención quirúrgica para extraerlas.
Las espigas por sus características físicas en forma de “flecha” penetran la piel de nuestros perros y pueden dirigirse prácticamente hacia cualquier localización.
Lo más frecuente es que se queden bajo la piel y el tejido subcutáneo, produciendo infecciones que muchas veces se exteriorizan con la aparición de un “bulto” o heridita en la piel. Podemos encontrarlas en:
Los síntomas más frecuentes de la presencia de una espiga, dependiendo de su localización, suelen ser: incomodidad, dolor en la zona e inflamación local.
En todo caso, ante cualquier sospecha, lo mejor siempre es contactar inmediatamente con el veterinario y seguir sus indicaciones.
Ten en cuenta que cuanto más tiempo permanezca la espiga en el cuerpo más probabilidades tiene de agravar la situación: infecciones o migraciones.
Es muy importante retirar la espiga correctamente para evitar que se mueva o migre hacia otras zonas. En caso de migración podrían ser necesarias pruebas de imagen avanzadas previas a extracción quirúrgica.
Si la espiga es reciente, puede ser que remitan los síntomas tras la extracción y ya no sea necesaria la administración de antiinflamatorios ni antibióticos.
¿Qué cuidados debemos tener en verano?
La importancia del cuidado y mantenimiento de las áreas caninas en este periodo del año es especialmente importante.
La imagen de cabecera es del área canina municipal en el Parque de Bens de A Coruña, totalmente llena de espigas. Está tomada en este mes de junio. Se avisó reiteradamente del peligro que supone y así sigue…
Ahora ¡toca veterinario!